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El pasivo ambiental de la campaña electoral en la República DominicanaLa República Dominicana celebró el pasado 15 de mayo elecciones donde se escogieron autoridades municipales, congresuales y al Presidente de la República.
Dentro de estos impactos se encuentran diferentes tipos de contaminación. Contaminación visual: Las diferentes piezas gráficas de publicidad de candidatos (afiches, vallas, bajantes) ocupan los espacios de las zonas urbanas y rurales, dificultando, a veces, la identificación de nombre de calles y avenidas y sobrecargando un paisaje antropizado con una mezcla de colores, rostros y frases para todos los gustos. Sin importar el destino final y los arboles extraídos de los bosques para estos fines, millones de propagandas impresas promoviendo a los candidatos circulan entre los potenciales electores. Dependiendo del tipo de material y calidad en que fueron confeccionados, pueden tardar en descomponerse entre tres meses y dos años, sumándole a esto el agravante de la dificultad del proceso de reciclaje de este material. Además, en las últimas décadas estos materiales muchas veces se arrojan desde vehículos aéreos, lo que provoca que muchas veces no lleguen a su destinoy caigan en zonas verdes o áreas de drenaje pluvial. Los artículos promocionales (gorras, banderas, afiches, camisetas, stickers) aumentan la cantidad de desechos sólidos generados, ya que se usan sólo durante la campaña y muchas veces sólo el día en que se hacen las actividades proselitistas, dejando atrás una huella de carbono no calculada. ¿Cuál es la utilidad real de los artículos promocionales electorales (gorras, banderas, afiches)? ¿Sabía que el proceso de elaboración de estos materiales demando un alto consumo de agua, combustibles y otras materias primas? Contaminación acústica:
La expresión de éxito más popular consiste en generar la mayor cantidad de ruidos (bocinas, sirenas y arrastrado de objetos) que les sea posible por todo el recorrido electoral. Según un otorrinolaringólogo consultado para este artículo, el oído humano tiene un límite de exposición mayor de 80 decibelios. Y el enfoque antropocéntrico de nuestra sociedad no pondera el daño a animales domésticos y silvestres como las aves que integran nuestro ecosistema. La experiencia del tráfico vehicular durante las “expresiones de fuerza” es horrible: un trayecto en hora pico que suele ser de 30 minutos, de una manera absurda puede alargarse por 2 horas si te cruzas con una de estas manifestaciones. Esto afecta de manera indirecta la calidad de vida, aumenta el consumo de combustibles fósiles y la exposición al ruido, daños y perjuicios sin ninguna posibilidad de ser resarcidos por aquellos que buscan ser favorecidos con el voto. Sin duda estamos expuestos y condenados a seguir un modelo de propaganda que no sólo daña el medio ambiente, sino que nos aleja más de una sociedad verdaderamente democrática. El mundo de hoy nos invita a tener una sociedad más austera y para eso necesitamos políticos más consiente de las problemáticas ambientales. Hacemos un llamado a la militancia política y a las dirigencias partidarias hacia un compromiso para que las futuras generaciones disfruten de los recursos naturales que tenemos a nuestra disposición. Promovamos acciones para garantizar su bienestar. |