Manejo de Incendios
Desde
el origen de la Tierra siempre ha habido incendios sobre su superficie.
Por miles de millones de años el fuego fue uno de los factores
principales que dieron forma a los tipos de vegetación que cubren
nuestro planeta. Tales fuegos solían ocurrir de manera natural, sobre
todo como resultado de un volcanismo activo y por los rayos que tocaron
tierra durante las tormentas estacionales. Sin embargo, desde que el ser
humano descubrió el fuego, los incendios se han hecho mucho más
frecuentes y han empezado a modificar de una manera drástica los
paisajes cultivados y habitados por las sociedades humanas.
En nuestros tiempos modernos, los incendios se han vuelto muy comunes a
raíz de la acción humana. De hecho, los seres humanos se han convertido
en la principal causa de incendios en el mundo, sobrepasando los
factores naturales como los relámpagos. Muchas veces, la gente prende
fuego, intencional o accidentalmente, alterando de esta manera el
ambiente que les rodea. Como resultado, todos los días se queman grandes
áreas naturales de bosque, matorral, sabana, pradera y semidesierto. Las
zonas rurales y hasta las urbanas, tampoco se libran de los efectos que
causa el fuego: considerables extensiones de áreas agrícolas,
plantaciones forestales, llanuras ganaderas, y paisajes habitados por
poblaciones humanas son quemadas regularmente. Cada año nos llegan más
noticias televisivas que reportan grandes incendios forestales, más que
todo en ambientes mediterráneos como los de California, España, Grecia o
Australia.
De esta manera, nos enteramos frecuentemente de incendios descontrolados
y a escalas inimaginables que queman miles de hectáreas de bosque húmedo
tropical –en el pasado muy resistentes al fuego– en países como
Indonesia o Brasil. Según un estudio reciente desarrollado por The
Nature Conservancy (TNC), en colaboración con el Fondo Mundial para la
Naturaleza (WWF), la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y
científicos de todo el mundo, los incendios de 1997 y 1998 en Asia
suroriental quemaron más de 9.7 millones de hectáreas, que resultaron en
una pérdida de US$ 10.000 millones y dañaron severamente muchos bosques
tropicales sensibles al fuego en áreas protegidas. Indonesia fue elevada
a la categoría más alta en cuanto a la producción de gases de
invernadero a nivel mundial. Como resultado, la salud de más de 100
millones de personas se veía afectada. Más recientemente aún, los
expertos en la materia han calculado que cada año se quema una
superficie equivalente a la mitad de China, mundialmente.
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Incendios forestales en la República
Dominicana
La República Dominicana es otro país que casi todos los años sufre
fuertemente de los impactos que causan los incendios forestales. En
efecto, se considera que estos incendios forman la principal amenaza
para los bosques del país, así como para las plantas y animales nativos
que habitan en ellos. La mayoría de estos fuegos son de origen antrópico,
muchas veces encendidos intencionalmente con fines agrícolas y ganaderos.
El mes de marzo y el período entre junio y septiembre resultan ser las
dos temporadas de mayor frecuencia de incendios forestales. Son las
épocas más secas del año. Algunos estudios hechos por el gobierno
reportan que en los últimos diez años hubo un promedio de 30 incendios
por año. Las regiones dominicanas más afectadas por los incendios
forestales son la Cordillera Central, la Sierra de Bahoruco y de Neyba,
y la zona de San José de las Matas, Monción y Restauración. En febrero
de 1983, por ejemplo, cuando se presentó una fuerte escasez de
precipitaciones durante varios meses, se presentó un fuego forestal muy
grande en Valle Nuevo, Constanza, causando la pérdida de treinta y dos
millones de metros cuadrados de bosques de pino.
Como consecuencia de estos incendios devastadores, se queman plantas y
animales, se contaminan el aire y los ríos, se pierden especies, se
desbalancean los ecosistemas y se pone en riesgo la salud humana.
Últimamente, se degradan servicios ambientales como el agua potable y el
carbono forestal, se pierden cosechas de cultivos esenciales, se
destruyen hogares y se mueren seres humanos. El costo de los daños es
inmenso, tanto para la naturaleza como para la sociedad. La quema de
grandes cantidades de materia vegetal, por ejemplo, resulta en
gigantescas emisiones de carbono hacia la atmosfera, aumentando la
concentración de gases de efecto invernadero y, por ende, incrementando
el problema del calentamiento global y los cambios climáticos que
conllevan.
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Manejo Integrado de Incendios
En vista de la magnitud de esta problemática, es clave que las
poblaciones humanas presten mucha atención al manejo de los incendios
forestales alrededor del mundo, de una manera coherente e integrada, y
con un enfoque ecosistémico. Esto significa que la gente debe comprender
que existen algunos ecosistemas que sí se quemen de manera natural y con
cierta frecuencia. Para tales ecosistemas que son dependientes del fuego,
los incendios naturales forman parte de su ciclo de vida, siendo
beneficiosos para su funcionamiento. Incluso, hay muchas especies de
plantas que tienen adaptaciones que les permiten sobrevivir o aprovechar
el fuego. Por otro lado, debemos darnos cuenta que hay muchos
ecosistemas frágiles que a través de los tiempos no se han adaptado al
fuego. Son sistemas ecológicos que sufren grandes pérdidas irrevocables
en su composición de especies, cuando se presenta un incendio notable
prendido por el ser humano.
El concepto de manejo integrado de incendios forestales (MIIF), como lo
describen agencias como la Organización Internacional de las Maderas
Tropicales (OIMT) y TNC, va mucho más allá de las estrategias
convencionales de prevención y extinción de fuegos. Incorpora acciones
planificadas como las quemas controladas o prescritas, la participación
comunitaria, y la aplicación de leyes. En cuanto a la implementación de
tales planes de manejo integrado, varias ONGs como TNC, UICN y WWF
opinan que es clave para el éxito diferenciar entre las acciones que
puede tomar cada grupo de actores sociales: las comunidades locales, los
gobiernos y los científicos. Sugieren que las comunidades adopten un
manejo integral del fuego ecológico, documenten la dinámica del
ecosistema relacionada con el fuego, evalúen el uso tradicional del
fuego, establezcan metas para el ecosistema, identifiquen y encaren las
causas subyacentes de los regímenes del fuego alterados, integren los
asuntos culturales y económicos, y desarrollen capacidades para el
manejo del fuego. Los gobiernos, por su lado, deberían asegurar la
distribución equitativa de los costos y beneficios del fuego, reconocer
los derechos de uso de la comunidad, eliminar los incentivos perversos
relacionados con los incendios, invertir en ciencia, manejo y educación
sobre el fuego, y desarrollar capacidad para el manejo del fuego a nivel
local y nacional. Finalmente, los científicos tendrían que llevar a cabo
investigaciones científicas para ampliar la comprensión de los regímenes
del fuego y de la biodiversidad, elucidar las causas de los regímenes
del fuego alterados, llevar a cabo el monitoreo a nivel local, regional
y mundial, investigar las complejas relaciones entre el fuego, el cambio
climático, el uso del suelo y las especies exóticas invasivas, y por
último, evaluar y predecir las consecuencias ecológicas de las
estrategias propuestas.
En los últimos años se han desarrollado programas de manejo integrado de
fuegos para áreas protegidas naturales en muchos países de Latinoamérica.
Ejemplos son los programas de manejo de incendios en las Reservas de la
Biosfera Sierra Manantlán y Selva de Ocote en México, el Parque Nacional
Sierra Lacandón y la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas en
Guatemala, la binacional Reserva de la Biosfera La Amistad en Costa Rica
y Panamá, y el Área Natural Protegida de Machu Picchu en Perú.
Por su lado, hay varios países en el Caribe insular que han prestado
mayor atención al establecimiento y la implementación de programas de
manejo integrado de fuego. En el Caribe, Cuba, la República Dominicana y
Trinidad y Tobago son los únicos países que ejercen una vigilancia sobre
los incendios. Según la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en ingles), su
promedio de incendios va de 140 a 325 incendios por año y su promedio de
superficie quemada va de 4,.000 a 5,.000 hectáreas por año en el período
2000−2003.
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Gestión y Manejo del Fuego en RD
En la República Dominicana, en el año 2004,
se inició un análisis integrado de la problemática de los incendios
forestales en el Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier. Como
primer paso se desarrolló un modelo ecológico de la situación en el
parque. Luego, se desarrolló una estrategia integrada para afrontar la
problemática de incendios dentro del parque. Después, se definieron
sugerencias para la implementación del manejo de fuego, basada en las
comunidades. Y finalmente, se formuló una serie de recomendaciones para
realizar investigaciones científicas, con el fin de poder informar la
toma de decisiones dentro de un futuro marco de manejo adaptativo a
nivel programático.
Al comienzo del 2009 el gobierno de la República Dominicana inició una
intensa campaña educativa sobre incendios forestales en el país y lanzó
su nueva “Estrategia Nacional de Gestión y Manejo del Fuego para la R.
Dominicana.” Al inicio de la campaña el Secretario de Estado de Medio
Ambiente y Recursos Naturales (SEMARENA) reafirmó que quemar bosques es
un acto criminal, que los incendios forestales son escocidos que
producen un grave daño a la naturaleza, y que el manejo de incendios
debe ser una preocupación nacional. De hecho, el Código Penal de la
República establece en su artículo 434 que por causar un incendio
forestal los culpables pueden cumplir entre dos y diez años de prisión y
pagar entre RD$ 1.000 y RD$ 10.000 de multa.
Como parte de su estrategia para disminuir la cantidad de incendios en
los bosques dominicanos, el gobierno ha empezado a trabajar
conjuntamente con instituciones privadas y organismos internacionales en
el desarrollo y la implementación de un plan nacional de manejo
integrado, con énfasis en la prevención y contingencia de fuegos
forestales. Uno de los elementos del plan consiste en el establecimiento
de arreglos institucionales y la creación de capacidad para controlar
incendios rurales incluyendo las grandes quemas encendidas con fines
agrícolas. Para ello, el gobierno ahora cuenta con 500 bomberos
forestales y unas 2,000 personas en brigadas, muchas de las cuales han
sido entrenados por el Ejército Nacional. De la misma manera, la
SEMARENA y la Asociación de Guías del Pico Diego de Ocampo han impartido
cursos de "Bomberos Forestales" con el fin de preparar a jóvenes
voluntarios de las comunidades próximas al área protegida sobre los
métodos y medidas de contingencia en caso de un incendio forestal,
además de la prevención de los mismos.
Un segundo componente consiste en establecer torres de observación y
casetas de vigilancia de incendios forestales en el territorio nacional.
Actualmente hay 55 casetas y 11 torres, incluyendo las que fueron
recientemente instaladas con apoyo financiero de la Unión Europea en las
comunidades El Tetero, provincia Dajabón y Padre Las Casas, Azua. Otra
línea de acción concierne el manejo de información forestal que es
nacionalmente coordinado por la Dirección General Forestal, institución
que administra y analiza los datos estadísticos relacionados con la
presencia de incendios forestales y agrícolas en el país. Finalmente, a
partir del año 2004 se están desarrollando programas de capacitación
sobre quemas prescritas, con el objetivo de complementar las prácticas
tradicionales de manejo para reducir la cantidad de combustible forestal,
entre otras. Ahora, el desarrollo de criterios e indicadores del manejo
forestal sostenible, contenidos en las normas técnicas, será un paso
clave en el éxito de todos estos componentes críticos del plan nacional
de manejo integrado de incendios en la República.
De acuerdo con la Coordinación Nacional de Incendios de la República
Dominicana, el nuevo concepto de “Gestión y Manejo del Fuego” debe
reflejar un conjunto de normas y acciones sistematizadas tendientes a
prevenir, mitigar, controlar e investigar los incendios forestales y el
uso del fuego, así como para determinar sus impactos y rehabilitar las
áreas afectadas, tomando en cuenta el entorno cultural. Por lo anterior
se busca: a) establecer normas para la implementación de quemas
prescritas en predios agrícolas, pecuarios y forestales; b) promover
acciones que reduzcan el riesgo de los incendios forestales y sus
impactos en las zonas de mayor vulnerabilidad; c) ejecutar planes
operativos de reducción de combustibles en las zonas que representan
mayor vulnerabilidad; d) fortalecer la investigación técnica científica
del manejo del fuego; y: e) establecer como política nacional la
investigación en manejo del fuego, que conlleve a procesos de
diagnostico, promoción, incentivos y presupuesto, que propicien la
generación de conocimiento para la toma de decisiones.
Se espera que con estos procesos de concientización, educación,
colaboración, investigación, capacitación, prevención, control y (co)manejo,
el país esté bien preparado para enfrentar la problemática de los
incendios forestales de una manera integrada y en conjunto con los
diferentes actores nacionales, regionales y locales, de tal modo que se
conserve la gran biodiversidad de los hábitats frágiles de la República,
y los servicios ambientales que estos ofrecen a la población dominicana,
y contribuyan a su bienestar a largo plazo.
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